Los niños en las minas se sueñan hombres.
Porque lo han olvidado.
En los arrabales, las bailarinas se sueñan niñas de las granjas.
Porque aún lo recuerdan.
Los niños en las minas se sueñan hombres.
Porque lo han olvidado.
En los arrabales, las bailarinas se sueñan niñas de las granjas.
Porque aún lo recuerdan.
En el bosque de las almas colgantes, todo es dolor y desesperación. Los árboles arrullan una melodía muy dulce, que habla de lo que se ha perdido. El destierro, cantan, solo dura un momento.
Mojó con sus lágrimas las cenizas del Fénix.
Se rompió de noche. Su corazón. No dejó de latir, sólo se rompió. Nadie oyó el repiqueteo de los pedazos al caer, su sonido fue eclipsado por el aleteo de las estrellas.
Las sirenas varadas en la playa cantan con voces cristalinas. Añoran el mar y sueñan con volver a sus profundidades. Yo las entiendo. Miro al cielo y sueño con volver a usar mis alas.